06 mayo, 2008

Es frecuente que el trastorno bipolar tarde en ser identificado, ya que existe por parte del paciente una ausencia de conciencia de enfermedad.

Es frecuente que el trastorno bipolar tarde en ser identificado, ya que existe por parte del paciente una ausencia de conciencia de enfermedad.
FUENTE: AZPRENSA.


El doctor Manuel Bousoño, profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, ha participado en un curso de formación para residentes con una ponencia sobre el trastorno bipolar. La medicina exige una formación continua que obliga a los médicos a un reciclaje periódico, para evitar quedarse obsoletos en sus prácticas en un plazo muy breve de tiempo. Sobre los aspectos que preocupan más a los residentes con relación al trastorno bipolar Bousoño indicó que habitualmente son los aspectos más pragmáticos de la práctica: Cómo identificar a los pacientes con TB, qué subtipos existen, cómo abordar su tratamiento y cómo emplear los medicamentos en cuanto a dosis, forma de inicio etc. Secundariamente surgen otros intereses en torno a las causas ambientales o genéticas del trastorno, sus características epidemiológicas, etc, que suscitan igualmente el interés.

En palabras del especialista es frecuente que el trastorno bipolar tarde en ser identificado, ya que existe por parte del paciente una ausencia de conciencia de enfermedad, en las llamadas fases de manía o hipomanía, y suele ser frecuente que el médico o psiquiatra que explora a un paciente en la fase depresiva sea solo consciente de la existencia de un cuadro depresivo y no del proceso conocido como trastorno bipolar. Es necesaria una actitud activa de búsqueda de los síntomas sutiles de las fases hipomaniacas para asegurar su diagnóstico.

Se trata de la enfermedad psiquiátrica que tiene un mayor componente hereditario, sin obviar que existen algunas formas de aparición tardía, que pueden ser producto de lesiones cerebrales de naturaleza orgánica; y que existen factores ambientales que pueden facilitar la aparición de la enfermedad, entre los cuales está por supuesto el consumo de drogas.

Los trastornos de ansiedad tienen una cierta comorbilidad con el trastorno bipolar, pero en general no se evoluciona desde ellos hacia un trastorno bipolar Por desgracia lo contrario ocurre con la depresión, y la mayor parte de los trastorno bipolares, comienzan bajo la forma de un episodio depresivo. Esto justifica en muchos casos el retraso en realizar un diagnóstico preciso.

En este trastorno existe una proporción muy similar entre mujeres y varones, lo que le hace diferir desde el punto de vista epidemiológico de los demás subtipos depresivos en los cuales sí existe un claro predominio de 2 ó 3 mujeres por cada varón.

Sobre el papel que deben jugar las familias en el tratamiento de la persona afectada, los estudios de Vieta y Colom en nuestro país han puesto de manifiesto la necesidad de mejorar la adherencia terapéutica de los pacientes, y para ello es necesario la colaboración de la familia. Son eficaces en este sentido los grupos psicoeducativos y la información a la familia es una obligación del médico para mejorar el pronóstico de la enfermedad.

La hospitalización es necesaria en la mayor parte de los casos de episodios maníacos (no así en la hipomanía), especialmente cuando existen síntomas psicóticos. El tiempo de hospitalización debe ser el mínimo posible para facilitar un manejo adecuado del tratamiento posterior a la hospitalización, lo que en la práctica suele suponer entre 2 y 3 semanas.

Por último Manuel Bousoño afirmó que se ha avanzado mucho en los 10 últimos años, tanto en el conocimiento de la fisiopatología, la genética, la biología y el tratamiento del trastorno bipolar y disponemos actualmente de numerosas estrategias terapéuticas y de nuevos fármacos más seguros y eficaces para el control de estos pacientes.

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